miércoles, 11 de agosto de 2010

Sus manos...



Las que cortaban cañas en Navidad, las que pasaban las hojas de los libros que me leía, las que podan los arbolitos que nos dan sombra, las que bajaban nísperos del huerto de mi abuela, las que ponían la tranca detrás de la puerta, las mismas que me sostienen y me abrazan.

Mis pies...


Yo no soy un bailarín
porque me gusta quedarme
quieto en la tierra y sentir
que mis pies tienen raíz.
(De la Canción del Jardinero de María Elena Walsh)