...que de noche no se puede jugar, que comer helado en invierno hace daño y que los grillos no salen cuando hace frío. Más vale que empiecen a ponerse de acuerdo y me digan cosas ciertas...
Las que cortaban cañas en Navidad, las que pasaban las hojas de los libros que me leía, las que podan los arbolitos que nos dan sombra, las que bajaban nísperos del huerto de mi abuela, las que ponían la tranca detrás de la puerta, las mismas que me sostienen y me abrazan.
Yo no soy un bailarín porque me gusta quedarme quieto en la tierra y sentir que mis pies tienen raíz. (De la Canción del Jardinero de María Elena Walsh)
...quiero ver las cosas como uno de ellos. La vida es más linda, más feliz, llena de color, flores y mariposas, miradas sonrientes y cosas asombrosas. Este dibujo es de una niñita de tres años, contiene un mensaje de felicitación que apenas puede descifrarse, pero es redundante estando al lado de esa obra de arte.
Debo ser corta, entonces debe ser simple. Tal vez mi felicidad radica en eso, valoro las pequeñas cosas a mi alrededor: me emociona perderme en los ojos negros de mamá, saber que papá está leyendo por el sutil olor de tinta y papel que llega a mi cuarto, despertar por el aroma del café que mi hermana ha preparado, llamar a casa y confundir la voz de mis hermanos, caminar deprisa de regreso a casa para alcanzar a Mena, escuchar la risa feliz de un nene, aprender sobre cactus con Sami, escuchar la voz aterciopelada de Lady Ella, leer todos los días algo nuevo y darme cuenta de la pequeñez de nuestra condición, pero a la vez de la grandeza del hombre... ser feliz porque he sido afortunada (el azar ha sido tan benévolo conmigo) en encontrarme aquí y ahora.