domingo, 3 de agosto de 2008

De compras con mamá...



Me encanta recorrer el mercado al lado de mamá. Particularmente soy feliz cuando llegamos a los puestos de frutas. Tantos colores, olores y sonidos son una fiesta para los sentidos, el aire se llena de nubes de colores: los cítricos, las flores, las hierbas recién cortadas, una piña que rebanan, los chiles secos y tostados, el papel maché y el corrugado, las grandes cazuelas con mole, un niño brincando entre los pasillos, la carcajada de una bella y robusta mujer que nos dá una prueba de ate de membrillo, colores aquí, colores allá, en los techos, en los puestos, en los globos y en los listones, en la mirada de mamá y en los recuerdos de nuestros corazones.
La mujer de las flores anda vestida de colores, contenta les canta pero es un poco tímida y en cuanto nos vé acercarnos se esconde. El muchacho que vende los quesos le cuenta a mamá que a dos cuadras planean abrir un supermercado pero que afortunadamente dos veces ya lo han frustrado. Nos preocupa pensar que El Monstruo se acerca cada vez más. Eventualmente podría dejarnos sin esto...

Me pone un poco triste, pero la cordura y serenidad de mamá me tranquilizan. ¿No has visto qué logran las personas unidas y organizadas? Al final caminamos de regreso a casa y me quedo deseando que El Monstruo se mantenga lejos por un buen rato y aquellos pequeños rincones abigarrados no hagan más que crecer y seguir inspirando...

La Vendedora de Frutas, Olga Costa (1951)

3 comentarios:

Ilaria dijo...

Tu relato me transporto en el tiempo... epoca en la que ibamos con nuestra abuela Manena a la feria del barrio, muy parecida a la que acudes con tu mama.
Y siempre volviamos, mi hermana y yo con dos inmensos copos de azucar rosado !!!
Sabes, ya todo eso no esta, pero el recuerdo es tan real que hasta los aromas recuerdo.
Que hermoso que disfrutes la vida asi !!!

Marona dijo...

Si hay algo que me parece auténtico y siempre visito en una ciudad es el mercado. Yo también voy a enviar energía para que el Monstruo no se acerque a ese tesoro que tenéis.
Un abracito.

Umar dijo...

Y vaya que en los mercados o tianguis se da un trato real: abunda el calor humano y no el impersonal y quasi artificial trato que se podría dar ahí donde el Monstruo.

Me resulta curioso que buscando la imagen de esta pintura de Olga Costa llegué a tu blog. De él me voy ya, pero muy encantado.

Saludos.